miércoles, 11 de julio de 2012

Ana Laura e Ideben ( una historia de amistad y fantasía)


Un día entra una personita que hace mover las estanterías de toda la tienda de regalos especiales y tropieza con una de las mesas azules del pasillo principal. Sobre la mesa estaban los “famosos libros que hablaban en portugués”, que al caerse, comenzaron a quejarse porque se revolcaron por todos lados. Uno fue a parar debajo de una almohada que hacía soñar, así que se quedó instantáneamente dormido y por suerte dejó de gritar. Otro cayó sobre la alfombra que volaba y sin darse cuenta despegó de golpe y empezo a gritar_ Com licença…¡cuidado com os meninos! Com licença…¡ cuidado com os meninos! Con permiso,¡ cuidado con los niños-, Nadie entendía lo que decía, pero tanto los regalos como las personas que estaban en ese momento en la tienda, empezaron a correr por instinto de un lado a otro tratando de esquivarlo. Aunque fue inevitalble, “ el libro volador “ atropelló a cuanto regalo se le cruzó por el camino. Tiró al pasar todos los recipientes que estaban en los estantes. Los recipientes contenían líquidos de colores que se convertían en cosas de acuerdo a los tonos. Los verdes se transformaban en ranitas, otros en hojitas. Los amarillos en canarios, algunos en soles. Los azules en estrellas. Los violetas en violetas. Los rojos en labios que besaban. Los marrones en mariposas. Todos gritaban alborotados.
Ana Laura estaba embalando pedidos en el depósito de atrás y al escuchar tantos gritos y alboroto salió corriendo al salón. Cuando llegó no daba crédito a lo que veía. La tienda se había transformado en un zoológico. Inmediatamente dio órdenes a sus asistentes para que cerraran las puertas y ventanas, porque no podía dejar escapar a ninguno de sus regalos. Cada regalo era especial y ella entregaba un certificado de garantía y un contrato bajo el cual el dueño se responsabilizaba de obsequiar el regalo “sólo a una persona que amaba”, porque de otra manera no funcionaba y si se escapase alguno fuera de la tienda, podría caer en manos equivocadas.
El reloj de sonrisas se activó y empezó a contar las carcajadas de una niña, que no paraba de gritar y saltar .
Ana Laura no entendía lo que había sucedido. Hasta que una de sus asistentes le dijo que esa niña que gritaba y reía, se llamaba Idebén. Era la hija de un zapatero italiano que vivía a unas cuadras, y que había sido ella quién provocó el caos al atropellar la mesa de libros. Pero que no la culpara, porque era no vidente.
Ana Laura no se conmovió, estaba muy enojada, porque la tienda había quedado hecho un desastre y tenía muchos pedidos que preparar, mucha gente esperaba los regalos y no tenía tiempo de distraerse con una niña maleducada que había causado un tornado en su tienda y a la que sólo se le ocurría reír y gritar.
La tomó de un brazo y la llevó hasta la zapatería de su padre de un solo envión.
Cuando llegó, se encontró con un señor de mirada triste y una sonrisa gentil. Pero Ana Laura no salía de su enojo y le contó el desastre que había causado Idebén en su tienda.
El hombre avergonzado, le ofreció un par de zapatos como disculpa. Ana Laura los aceptó a regañadientes y se fue caminando con los zapatos en la mano y una mueca en la cara.
Cuando regresó, las asistentes ya estaban en la tarea de re organizar la tienda. Acanzaron al libro portugués y lo bajaron de la alfombra. A las mariposas y ranitas las dejaron en el jardín de atrás, a los canarios los liberaron, y a las violetas las plantaron junto a los gladiolos. A las estrellitas las guardaron en sus cajas de noche. A los labios que besaban tuvieron que meterlos en una bolsa porque no paraban de besar a todos los regalos y de dejar sus marcas rojas.
Hubo que limpiar libro por libro, mesa por mesa, silla por silla, porque todo, todo, tenía la marca de los besos.
Una vez que terminaron de limpiar, dejar todo en su lugar y embalar los pedidos atrasados, partieron a descansar.
Ana Laura tomó una de sus almohadas mágicas y la puso en su bolso porque la iba a necesitar esa noche. Cuando salió de la tienda, y aseguró las puertas, se encontró con que Ideben la estaba esperando afuera.
_ ¿Otra vez por acá?, dijo Ana Laura, entre sorprendida y enojada. No son horas para que estés por la calle, ya son casi las nueve; deberías estar en casa con tu padre.
_ ¿Me perdonas?, dijo casi en un susurro, Idebén .
Ana Laura pensó que si le decía que no, no se liberaría de ella.Y no podía permitir que Idebén la molestase de nuevo.
_ Sí, te perdono, pero no vuelvas por acá. Quédate con tu padre que necesita que lo ayudes en la zapatería.
Ideben asintió con la cabeza, tomó su bastón y se volvió a su casa.
Cuando Ana Laura se acostó sobre la almohada, se quedó dormida instantaneamente.
…………………………………………………………………………………………….
Ana Laura….Ana Laura… se escuchaba desde muy lejos…Ana Laura, Ana Laura…
Ana Laura dio un brinco en la cama y fue a espiar por la ventana…no veía a nadie pero seguía escuchando los gritos que cada vez se oían más cerca: ¡ Ana Lauraaaa! ¡Ana Lauraaaa!
Hasta que de pronto se abrieron todas las puertas de la casa, las ventanas comenzaron a golpear con fuerza.
_ ¿Quién eres ?, preguntó Ana Laura…
_ Soy el viento…
_ ¿El viento ? ¿Qué quieres?
_ Vine a buscarte, quiero que vengas conmigo, quiero mostrarte algo.
Ana Laura, tomó sus manos y se aferró fuerte, empezaron a volar y a agitarse de un lado a otro.
_ Mira…mira…gritaba el viento.
_ No veo nada decía Ana Laura. No veo…. Como quieres que vea si es de noche y te agitas mucho, no logro ver nada sólo siento el aire frío en la cara, escucho tu silbido y me muevo como un torbellino.
El viento llevó de paseo a Ana Laura por un buen rato hasta que percibió que su corazón se empezó a aflojar. Y se dio cuenta de que Ana Laura se había arrepentido de mentir a Ideben sólo para que no volviera a molestarla.
…………………………………………………………………………………………….
Cuando Ana Laura despertó, se alivió al verse en su cama. Todo había sido un sueño, provocado por su almohada mágica que estaba muy enojada con ella por la actitud que había tenido. Se calzó los zapatos nuevos y lo primero que hizo fue ir a la zapatería. Se encontró de nuevo con los ojos tristes del zapatero y le dijo que quería invitar a Ideben a que fuese a elegir un regalo.
El zapatero le agradeció, pero le dijo que Ideben no podía ver los regalos, que no tenía sentido que fuera a la tienda, además ella podría tropezar de nuevo y volver a provocar otro desastre.
Ana Laura pegó la vuelta y en el camino pensó que había una sola cosa que podía ayudar a Ideben. El corazón que estaba en la pared principal de la tienda era lo único que no estaba en venta, pero quien lo recibiera alguna vez podría cumplir todos, absolutamente todos sus sueños.
Volvió en busca de Ideben, esta vez lo convenció a su padre de que no había nada por qué temer, y la llevó hasta la tienda.
Cuando entraron, Ana Laura e Ideben se quedaron anonadadas. Las estrellitas giraban a su alrededor, las ranitas y canarios empezaron a cantar, las violetas habían invitado a los gladiolos a bailar, los libros también bailaban con las mesitas y el corazón de la pared principal, comenzó a brillar tanto que iluminó toda la tienda, luego iluminó toda la cuadra y hasta iluminó toda la ciudad.
Ideben no podía ver, pero su corazón podía sentir una inmensa felicidad. Ana Laura pudo escuchar a su amigo, el viento, soplarle al oído un secreto. Miró a Ideben y al ver su rostro ilumindado de felicidiad, se sintió plena y feliz también ella y así comenzó entre las dos una emocionante y sincera amistad.

Bar Ross Café- Rosario- Argentina

Anila Rin / @anilarin 
Twitter Button from twitbuttons.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario